Tal vez la atadura mas rígida que controla nuestro pensamiento y deja nuestros actos superpuestos al surrealismo, no se esconde tras una figura poderosa, ni se condiciona con leyes, damos por sentado que somos libres al encontrarnos solos, y nos estrellamos con la realidad que no somos mas que títeres de nuestro propios prejuicios y que la conciencia amarra nuestros ideales, e incluso a la misma felicidad.
propongo revelarnos a nosotros mismos, bajo el sentimiento de hacer lo indebido, que nosotros mismos ponemos en lista negra empezemos la revolucion contra nosotros mismos y dejemos los prejuicios como castigo para los que sigan fieles a la propia dictadura.
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